
La gran noticia del día de ayer fue el cierre de la página de descarga directa de archivos más grande del mundo, Megaupload. Junto con el cierre se arrestaron a varios de sus trabajadores, acusados de piratería e infringir leyes de derechos de autor, pero además de lavado de dinero y fraudes.
Kim Schmitz no es ninguna blanca paloma y ya ha sido encontrado culpable de varios crímenes que nada tienen que ver con derechos de autor, pero tienen mucho que ver con fraudes millonarios.
En el video -del canal de noticias de Nueva Zelanda 3 News- se puede ver el momento en que estas personas son arrestadas y trasladadas al tribunal para presentar cargos en su contra. Y por la cara de Kim Dotcom -como lo apodan- podemos ver que esto va en serio. Y no es para menos, ya que se podría enfrentar a 50 años de cárcel.
Me parece interesante la postura del detective Frant Wormland, que un día después del blackout en protesta contra las leyes que censuran el Internet decide centrar el caso en «infracciones de copyright a gran escala que han llevado a pérdidas de US$500 millones por ingresos de copyright a compañías que han producido libros, música y películas. No puedo creer que no se de cuenta de que esto es un asunto delicado en estos momentos y que cualquier acción del estilo puede ser tomada como una agresión contra los usuarios.
Creo que vale la pena preguntarnos algo aquí ¿es cierto que las acciones de Magaupload han llevado a la industria a perder semejante cantidad de dinero? La verdad no. Ha sido la industria misma quien al no adaptarse a nuevos modelos de negocios y querer mantener leyes absurdas -diseñadas para tiempos en que la información y los bienes con los que comercian no se podían mover más rápido de lo que podía hacerlo un libro- ha caído en una espiral de pérdidas.
El Internet cambia la manera de hacer negocios; perpetuar sistemas arcaicos de derechos de autor, distribución y venta de libros, películas y música -entre otros- condenará a la industria que está detrás de esto a la perdición.
En fin, es difícil hacer entender a una industria que basa su vida en el trabajo de unos pocos verdaderos creadores que pueden encontrar canales de distribución sin ellos. Lo cual me recordó la carta abierta de algunos artistas al Senado (entre los firmantes están Trent Reznor y OK Go).
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